El Compromiso En La Empresa

Actualmente se busca que los trabajadores estén más comprometidos con la empresa donde trabajan. Esto supone entender qué es y qué mueve al compromiso y cómo se puede lograr.

El compromiso versa sobre el futuro, no sobre el presente. En este sentido, decir: “me gustan mis compañeros y mi trabajo, y lo hago lo mejor que puedo”; “me parece un proyecto estimulante y celebro formar parte de él”… no indican compromiso alguno. ¿Seguirá dando lo mejor si recibe una mejor propuesta laboral, o surgen problemas, o los proyectos son menos estimulantes?

Precisamente, el compromiso hace abstracción de esos posibles cambios, y permite empeñar el futuro. Hace posible afirmar: “cualquiera sea mi estado de ánimo, mi humor, la situación laboral…  seguiré trabajando lo mejor que pueda.” Esta nota de incondicionalidad parcial, no total, da cierta sostenibilidad en el tiempo a la vida de las personas y de la empresa, permitiéndoles una unidad de vida laboral, personal e institucional.

Para poder comprometerse, es necesario tener un futuro (proyecto) y querer asumirlo libremente (madurez). Dado que el hombre es un ser en proyecto, la empresa debe respetar el proyecto personal de cada trabajador, y ser capaz de ofrecerle un proyecto profesional vinculable con el personal. No se puede promover la incongruencia entre los trabajadores; pues “con individuos existencialmente incongruentes no se puede hacer empresa.” (Carlos Llano)

“No hay compromiso posible más que para un ser que no se confunde con su situación del momento, y que reconoce esta diferencia entre él y su situación” (Gabriel Marcel). En la medida en que una persona se sabe distinta de su situación laboral –de empleado, obrero, gerente…- es capaz de establecer su futuro. El funcionalismo -reducir al trabajador a sus funciones- no hace otra cosa que obturar el futuro de la persona, reduciendo su vivencia laboral al monótono instante en que la función se cumple, como si el resto de su existencia no contara. Muchas veces esa reducción de la vida se produce debido a la limitada capacidad de interés del trabajador (hiperespecialización). Una persona así tampoco es capaz de comprometerse.

Por último, para poder comprometer mi vida es necesario tener dominio de ella (madurez), ser una persona virtuosa, el irresponsable no puede responder por su futuro. Por eso la empresa debe apuntar –a la hora de capacitar- a formar tanto la inteligencia, como la voluntad y el carácter de sus trabajadores.

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