Sobre «la crisis presente 1914-1939» de Belaunde

El 28 y 29 de noviembre pasado, se realizó en la sede de Lima de la Universidad de Piura, el coloquio «De la crisis presente a la crisis del presente», con el objetivo de recordar y estudiar la histórica lección inaugural que Víctor Andrés Belaunde diera, allá por 1914, en la Universidad de San Marcos. En dicho discurso, Belaunde estudió la triple crisis –económica, política y moral- tratando de dar con las causas de la misma.

No era ciertamente la primera vez que un intelectual intentaba diagnosticar los males nacionales, basta recordar la retórica panfletaria de Gonzales Prada. Sin embargo, como señaló la Dra. Margarita Guerra –una de las participantes en el coloquio- a diferencia de Gonzales Prada, Belaunde detalla los males de la sociedad peruana sin caer en dramatismos, por eso la solución de Belaunde es una reforma esperanzadora y no el apocalipsis gonzalespradiano.

Cien años después, ¿qué tiene de actual la lección de Belaunde? Sigue siendo actual, como toda verdad universal e intemporal, la intuición de que “todo fenómeno económico encierra un fenómeno político y que todo fenómeno político envuelve una cuestión moral”. Precisamente, la Dra. Margarita Guerra señaló que quizá Belaunde «no alcanzó a intuir los alcances de sus reflexiones; pues hemos derivado en crisis que son casi un eterno retorno de inestabilidad. Cambian los tiempos, cambian los actores; pero se mantiene la crisis porque cerramos los ojos a la historia», y a las cuestiones morales habría que añadir. Hoy, cuando muchos ven el futuro del país de modo esperanzador, y fundan esa esperanza en el relativamente estable y creciente escenario económico (a pesar de la desaceleración), habría que recordar esa sentencia de Belaunde, y caer en la cuenta que la esperanza es una realidad moral, una realidad del espíritu, que no puede fundarse únicamente en la prosperidad material. Lo material, sin un ideal que realizar, sin una meta como país, será una falsa esperanza, puro optimismo estéril. Precisamente, la crisis moral que Belaunde describía era la incapacidad de la clase dirigente para actuar de acuerdo a un ideal. «Hemos vivido en el constante desdén de los valores morales. Nuestra vida ha carecido del sentido ético y estético, primando sólo en el sentido económico» (p. 175).

Considero que la Universidad juega un papel importante en la construcción de esa esperanza, en la medida en que considere que su misión es una misión moral y no puramente pragmática, que debe formar no sólo profesionales, sino personas con alto criterio ético que tomen ese crecimiento económico y lo conviertan en un futuro esperanzador. Que construyan un país donde no sólo pueda crecer el dinero, sino también las personas.

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