Instrumento

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, instrumento es «aquello que sirve de medio para hacer algo o conseguir un fin». Muchas veces, cuando uno vuelve la vista sobre lo vivido se descubre que ha sido instrumento de algo, para lograr un fin, para ayudar a alguien. 

Hace poco una persona amiga me decía respecto de un suceso de mi vida: «Muchas personas estuvieron en tu lugar antes que tú y no lograron nada, y yo mismo llevaba años en esa lucha, y era poco lo que lograba; sin embargo, apareciste tú y venciste». Vencí donde muchos fracasaron, pensé. La primera vivencia que se produjo en mi fue de cierta alegría. Una serie de sucesos que hasta ese momento se me aparecían confusos de repente cobraron sentido. Es como si se me hubiese permitido conocer la clave que me permitió armar el cubo rubik de esa parte de mi existencia. Uno con cierta alegría al encontrar lo armónico de su existencia..

Sin embargo,  una segunda idea se levantó para interrogarme. ¿Era esa mi victoria? ¿Yo me la había propuesto? Sería tonto sentirme orgulloso de una victoria que no me había propuesto; pero ¿cómo debía sentirme? ¿Cómo se sintió Flemming cuando -por pura casualidad- descubrió la penicilina? Quizá sintió que tenía buena suerte.  ¿Debía yo sentirme igual? La verdad es que no me sentía con mucha suerte, la suerte le sonríe al que le toca. De entrada yo no había visto sonrisa alguna. Surgió pues la idea del instrumento.

Si algo había acontecido, si alguien había sido ayudado con mi presencia, no fue porque yo lo buscara. Vamos, tampoco voy a decir que no lo deseara o que no me alegrara o me alegre lo logrado; pero yo no lo busqué concientemente. Si algo así aconteció, fue por intermedio mio, lo cual me llevó a pensar en la idea de la providencia.

Hay un Dios que está esperando nuestra disponibilidad para dejar actuar su gracia en el mundo. Esa victoria, si era tal, no me pertenecía y no podía reclamarla para mí. No obstante, eso no me llevó a sentirme insignificante sino de un modo distinto: alguien había confiado en mis fuerzas para hacer esa labor. Es como quien coge un cuchillo entre varios y dice: «este me servirá, porque aquel otro se quebraría, este otro quizá corte demasiado». Recordé aquello de que Dios aprieta pero no ahorca. Suena feo, pero es verdad. Con ocasión de un incidente pasado, un sacerdote me dijo Dios permitió que tu cargaras con eso, porque otra persona no habría podido. Y esas palabras, a la luz de lo vivido cobra mucho significado. Alguien estaba confiando en mi para lograr eso, aunque yo no lo vi del todo hasta que alguien vino a aclararme el panorama.

Uno vuelve sobre lo vivido y se da cuenta de que ha sido instrumento. Surge otra interrogante. ¿Qué tan buen instrumento he sido? Ante esa pregunta uno no puede enorgullecerse, porque se encuentra que fue mal instrumento, que cometió errores y metió la pata. Quizá esto ocurre para que -como decía un Santo- se vea que todo ha sido  hecho bien por la habilidad del artesano y no por la calidad del instrumento; pero el instrumento fue adquiriendo calidad en esa labor. El instrumento se hizo mejor instrumento, aunque no perfecto, ciertamente.

Ahora este instrumento desvencijado, descansa sobre un buró.