Diario Metafísico

Holbrook Jackson escribió un libro que regaló a Chesterton. G.K al parecer lo leyó y fue entresacando algunas ideas y comentándolas brevemente. Esos comentarios son los que se presentan a continuación, extraídos de la obra de Pearce.

Conténtate cuando hayas
conseguido todo lo que quieres.

Hasta Entonces, sé feliz.

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No pienses, ¡actúa!

 ¡Piensa! ¡Hazlo!

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Una mentira es aquello en lo que no crees.

 Eso es mentira, con que quizá usted no lo crea.

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 En cuanto se ha aceptado una idea, 

es el momento de rechazarla.

No, es el momento de construir otra idea sobre ella.
Usted está siempre destruyendo y nunca construye.

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En teoría no existe la verdad ni la falsedad.

Entonces, nada existe.

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La verdad es el concepto que uno tiene de las cosas.

Error garrafal. Todo pensamiento es un intento de
descubrir si el propio concepto es verdadero o falso.

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No hay dos hombres que tengan exactamente la misma religión;
la iglesia, como sociedad, es un compromiso.

La misma religión tiene a los dos hombres.
El sol brilla sobre el bien y el mal;
pero el sol no compromete.

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Sólo los ricos predican el contentamiento a los pobres.

Cuando no están predicando el socialismo.

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Una galería de arte sería superflua en una ciudad hermosa.
Y en una ciudad fea es un narcótico.

En una ciudad real es una galería de arte.

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No vale la pena negar sin afirmar.

Y es imposible.

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La teología no es lo mismo que la religión.
Cuando los teólogos controlan las iglesias, los fieles no asisten.

La teología es sencillamente la parte de
la religión que requiere cerebro.

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El deseo de agradar a Dios nunca es desinteresado.

Bueno, esperemos que no.

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Nos inclinamos más a arrepentirnos de nuestras virtudes
que de nuestros vicios. Ahora bien, sólo lo admiten
los hombres muy sinceros.

A mi no me pesa ninguna virtud, salvo las que he perdido.

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Toda costumbre fue una vez una excentricidad,
toda idea fue una vez un absurdo.

 No, no y no. Hay ideas que siempre
han sido absurdas y esa es una de ellas.

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Al final ninguna opinión importa excepto la propia.

Dijo el hombre que creía que era un conejo.

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El futuro contemplará al hombre como contemplamos
hoy al ictosaurio: como un monstruo extinguido.

El «futuro» no contemplará nada. No tiene ojos.