Hace algún tiempo escribí que “verdad y realidad son dimensiones distintas; pero que se relacionan”. La relación que suele existir entre lo real (donde existen cosas) y lo mental (donde hay verdad), es el de adecuación. Adecuación no quiere decir identidad, porque la idea no es idéntica a la realidad. Tomás de Aquino manifestó este punto en una frase interesante: “el fuego pensado no quema, el fuego real si”.
Podría continuarse el pensamiento del aquinante diciendo que el caballo pensado no relincha, o el perro pensado no ladra… si embargo, ¿qué importancia pueden tener esas afirmaciones de Perogrullo? La importancia de este aparente juego se evidencia cuando deja de pensarse caballos o fogatas, y se intenta pernsarse uno mismo, tratando de averiguar quién es.
La respuesta a la pregunta ¿quién soy?, suele ser yo. Sin embargo, el yo no es quien soy, el yo es lo que conozco de mi mismo. “el yo es, por así decir, la idea que uno se forma de sí”. (Sellés) Pero así como mi idea de fuego no se identifica con el fuego real, de igual manera la idea que tengo de mí mismo no se identifica con mi ser, no soy mi yo; pues el yo pensado ni piensa, ni ama, ni siente, mientras que mi ser personal piensa, ama, siente…
En esta época de insensatez, se busca la autoestima en una especie de autoafirmación del yo hasta confundirlo con la persona. En general todo “auto-” entraña un ocultamiento de la persona, porque la persona se manifiesta en su apertura a los demás, sobre todo en la apertura a Dios, y no en esos ejercicios de ombliguismo tan de moda en muchos libros de autoayuda. “Ceder a la autoafirmación del yo es pactar con la peor ignorancia: una ignorancia no sobre temas o realidades, sino sobre la persona que uno es”. (Sellés)
Así, es común ir escuchando a gente decir “yo soy así” para justificar defectos y vicios que podría cambiar. Confundiéndose con su yo, se cierra a todo cambio, cayendo en actitudes de soberbia. El soberbio ve solamente lo que quiere ver, y cierra su mirada. Es una ceguera que nos impide acceder al núcleo personal, y por ende nos cierra a la trascendencia. ¿Cuál es el mejor remedio? El olvido de sí, el abandono de su yo; pues parafraseando las Escrituras se podría decir: Quién pierda su yo, se encontrará.
Hooola, que maravilla conseguir a alguien que guste de estos temas. Mira, me bastó el primer párrafo par plantearme unas cuantas cosas (es decir que sólo leí ese trozo): Entiendo lo que planteas, pero fue el mismo Tomás que dijo que la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad (adaequatio rae et intellectus -si mi pobrísimo latín no falla-), y sinceramente siempre pensé que esa «adecuación» era identidad. ¿Cuál es la diferencia -en este caso- entreidentidad y adecuación?. Por una parte, tratando de respoderme yo misma lo que me hiciste plantearme, creo que adecuación suena un poco más a que la igualdad o equidad entre la verdad ontológica y la lógica fue forzosamente consguida, es decir que se acomodó así, no que está acomodada de por sí… no se si me explico. Por otro lado, la palabra identidad, su uso dentro del contexto, me suena más a que las verdades lógica y ontológica son de por sí iguales, idénticas…- Porque si no es idéntico entonces no es adecuado, no encaja, y si no encaja no es verdad siguiendo las enseñanzas de Tomás.
De verdad me has sembrdo una duda.(¡¡¡Bravo!!!)
Bueno, solo pensaba. Perdona por hacerlo públicamente en tu espacio. Gracias por tu visita y sin duda seguiré viniendo.
No pude evitarlo, sin duda tenía que leer completo el post. Me encantó esto: «ejercicios de ombliguismo». Y me alegra saber que aún después de leer el post completo, no fue precipitado mi razonamiento, sigo pensando en lo mismo. Y además, dejame felicitarte porque eso (me parece) quiere decir que lograste resumir en un sólo párrafo (llámese lead en periodismo), el contenido total del escrito.
Erika, gracias por escribir. No tienes que disculparte ni por pensar, cosa que nadie debería hacer; ni por hacerlo acá en mi blog, después de todo esa es la razón de ser de estas cosas: el intercambio de opiniones.
Tienes razón cuando recuerdas que la definición de Tomás sobre la verdad es la de adaequatio rei et itellectus; sin embargo, querer equiparar identidad con adecuación es problemático. Esa es la postura que se puede encontrar en Hegel, para quien todo lo real es racional y todo lo racional es real, o en Parménides, quien llega a afirmar que lo mismo es pensar y ser. ¿Cuál es lo problemático? Que si se plantea una identidad entre el plano del pensar y el del ser, al pensar estaría ya todo el ser pensado, y no habría nada más que conocer. Si A-pensado es igual a A-real, entonces al pensar A pienso todo lo realmente existente de A y no quedaría nada por pensar; porque mi pensar sería idéntico a lo real. El objeto metal sería totalizador de la realidad. Cosa que no ocurre en la experiencia. Mi idea de perro es semejante al perro real; pero no es idéntica al perro real porque todavía me queda mucho por conocer del perro real. Y aun cuando llegara a conocer todo lo del perro real, mi idea nunca ladraría porque le faltaría existencia. De allí que la adecuación sea semejanza pero no identidad. Espero haber sido claro, o poco oscuro. Prometo dedicar algún post a esto, porque me parece tema super interesante.
Otrosí, lo del lead. Debe ser inercia de mis paso por la prensa escrita. Estudié comunicación e hice algo de prensa escrita. Aunque ahora me dedico a la docencia de filosofía. Te me cuidas
Gracias. Un placer compartir palabras contigo. Me pasa un poco como a tí, mi pasión es la filosofía, mi profesión la comunicación social o al menos es la carrera que estudio y que con la ayuda de Dios terminaré este año. A propósito de tu experiencia en comunicación, mi trabajo de grado es un estudio de los aportes de Juan Pablo II a la comunicación. En principio me enfocaba al tema de la verdad, especialmente en cuanto a objetividad se trata, pues tengo la inquietud de encontrar una definición correcta de lo que es la objetividad en el periodismo, pues de acuerdo a las orientaciones que he recibido sobre este tema (con las que estoy en desacuerdo), en las aulas de clase (al menos en mi universidad) nos llevan a entender la objetividad como una cosa matemática, como un asunto posible sólo si 2+2:4… y que como somos seres subjtetivos, imprimimos esa característica a todo lo que hacemos, por ende, ninguna información termina siendo del todo objetiva.- Mi inquietud sobre esto es grande, no creo que así sean las cosas, porque creo la objetividad de las ciencias sociales no puede compararse con la de las ciencias naturales. Son dos formas distintas de alcanzar la realidad, pero al fin y al cabo cada ciencia la alcanza a su modo, llegando incluso (muchas veces) a conclusiones similares.
Mi temor es que viendo la objetividad periodística como producto de un paradigma matemático, se puede también concluir (partiendo de la idea de que somos seres subjetivos) que no somos capaces de alcanzar la verdad de las cosas, como si el hecho de tener sentimientos e ideas propias, autónomas, no nos permitiera ver más allá de nosotros mismos…
Por otro lado, a medida que fui investigando, me sentí arbumada por el trabajo y poco a poco he ido cambiando la idea del trabajo al desarrollo de un libro que lleve al campo periodístico y de la comunicación social algunos aportes del Juan Pablo II, en torno a la verdad, la ética y otros valores universales. Me gustaría recibir comentarios tuyos sobre esto, de verdad te lo agradecería en el alma, porque necesito una orientación, y no me basta con la de mi tutor, necesito puntos de vista y gente cuyo razonamiento me parezca confiable. Por favor escríbeme a mi correo. MIL GRACIAS