El Dios hecho niño

Ahora mientras pensaba en las fiesta que estamos por celebrar, me detuve un momento a tratar de considerar el hecho de que ese niño que nació en Belén es también Dios. Siempre me ha sobrecogido la idea de que ese niño que vemos representado en todos los belenes de navidad, ese recién nacido que  se mostraba tan frágil, tan pequeñito y tan necesitado como cualquier otro niño; ese bebito digo, es a la vez aquel Dios del que San Agustín se expresaba en estos términos:

«qué es entonces mi Dios? ¿Qué, repito, sino el Señor Dios? ¿Y qué Señor hay fuera del Señor o qué Dios fuera de nuestro Dios? Sumo, óptimo, poderosísimo, omnipotentísimo, misericordiosísimo y justísimo; secretísimo y presentísimo, hermosísimo y fortísimo, estable e incomprensible, inmutable, mudando todas las cosas; nunca nuevo y nunca viejo; renueva todas las cosas y conduce a la vejez a los soberbios sin ellos saberlo; siempre obrando y siempre en reposo; siempre recogiendo y nunca necesitado; siempre sosteniendo, llenando y protegiendo; siempre creando, nutriendo y perfeccionando; siempre buscando y nunca falto de nada.

Amas y no sientes pasión; tienes celos y estás seguro; te arrepientes y no sientes dolor; te aíras y estás tranquilo; mudas de obra, pero no de consejo; recibes lo que encuentras y nunca has perdido nada; nunca estás pobre y te gozas con los lucros; no eres avaro y exiges usuras. Te ofrecemos de más para hacerte nuestro deudor; pero ¿quién es el que tiene algo que no sea tuyo, pagando tú deudas que no debes a nadie y perdonando deudas, sin perder nada con ello?»

¿Por qué este Dios que nunca está falto de nada asume ese estado de necesidad propio de la condición humana, y más aún, desde la misma infancia que es cuando más necesitantes somos, cuando más dependientes estamos de la paternidad? Nos quiere mostrar que el camino es la aceptación de nuestra condición filial, la confianza en la paternidad divina. ¡Qué locura de amor! Un Dios que se torna necesitante por amor a sus criaturas, que se abaja para mendigarles su amor. Locura de amor. Locura de amor. ¿Cuántas veces nos entregamos al torbellinos de pasiones en busca de ser amados y amar? ¿Por qué se nos ha vuelto tan difícil tornar los ojos al misterio de la natividad del Dios que por amor a sus criaturas se hace una de ellas para amarla más y dejarse mejor amar? ¿Dónde estamos buscando el amor?

Cuando se empieza a considerar esto, cuando se empieza a entrever su real sentido, ya no interesa tanto comprenderlo por la inteligencia, cuanto que el alma busca más amar y dejarse amar. FELIZ NAVIDAD

2 thoughts on “El Dios hecho niño

  1. -P: ¿Cuántas veces nos entregamos al torbellinos de pasiones en busca de ser amados y amar?
    *R: Toda mi vida.
    -P: ¿Por qué se nos ha vuelto tan difícil tornar los ojos al misterio de la natividad del Dios que por amor a sus criaturas se hace una de ellas para amarla más y dejarse mejor amar?
    *R: Por que no me esfuerzo realmente, por que no soy constante, por que me falta fe.
    -P: ¿Dónde estamos buscando el amor?
    *R: En mi comodidad. Donde es más fácil.

    «Cuando se empieza a considerar esto, cuando se empieza a entrever su real sentido, ya no interesa tanto comprenderlo por la inteligencia, cuanto que el alma busca más amar y dejarse amar».
    Cuando empecé a descubrir a Dios pensé que era INTELIGENCIA, SABIDURIA, así que me refugié en eso, el el saber. Un buen día, sumergida en un mar de saberes me sentía vacía y vi que Dios no es sólo eso. Dirigí mi mirada a otras cosas. Pensaba mucho en mi padre y mi madre y descubrí que es un Padre. Poco a poco he ido descubriendo que no es sólo eso, es simplemente amor. Amor que se encuentra el los padres, en la familia, en los amigos, en el trabajo, en el estudio… está en todas partes y cuando vivo teniendo en cuenta que estoy hecha para amar, perdonar, comprender, sacrificar, reparar… es cuando lo encuentro a Él y me encuentro a mí.

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